Elegante y delicada por naturaleza, Corfú tiene una belleza natural insuperable que siempre la ha convertido en una de las islas más encantadoras del Mediterráneo. La naturaleza y la gente juntos "construyeron" Corfú. El mar, el sol y el viento tallaron una impresionante costa de playas de arena dorada y de cantos blancos como la nieve, además de rocas que asemejan esculturas de una galería moderna. A lo largo de la rica historia, se crearon numerosos palacios, fortalezas, iglesias, museos, bibliotecas, galerías, casas tradicionales, verdes olivares y coloridos puertos. El casco antiguo todavía recuerda al pasado, y las fuertes influencias europeas son visibles en todas partes y conviven armoniosamente, dando a la ciudad un color especial. Para los visitantes de Corfú, siempre hay un lugar tranquilo en las calles estrechas o en las plazas sombreadas donde pueden disfrutar de una cerveza de jengibre fría. Las amas de casa de Corfú todavía tienden la ropa a lo largo de las calles estrechas, mientras que debajo de ella los turistas exploran numerosos talleres de artesanías inusuales, como plateros y talladores de madera. El propio centro de la ciudad está adornado por Spianada, la plaza más grande de los Balcanes, decorada con obras excepcionales de la arquitectura francesa del siglo XIX. Durante todo el año aquí se pueden ver partidos de cricket o se puede asistir a conciertos de música. No olvide visitar Liston, el símbolo de la ciudad, donde los aristócratas disfrutaban de sus paseos nocturnos.

Ninguna descripción de Corfú estaría completa sin mencionar los productos lácteos frescos por los que la isla es famosa. La manteca de vaca de alta calidad y el delicioso queso dorado graviera combinan bien con el jamón salado o el filete de cerdo ahumado nubulo fumicado o nombolo, que se prepara de manera tradicional en la región de Oros.

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